A un creyente se le solicitó que debía hablarle del Evangelio a 15 personas de las que forman su círculo amistoso. Algo muy dificil en esta Sociedad que nos ha tocado vivir, cuando se cumplió al pie de la letra el principio del distanciamiento social impuesto por el paso de la pandemia, cuando no solo buenos amigos, sinó Tambien miembros de la familia se han distanciado.
Por otro lado está la cruda realidad de que verdaderamente no parece quedar una sola persona que uno le hable del Evangelio que no responda “Yo Tambien soy Cristiano”.
Es ahí donde está nuestra gran oportunidad de testificar con nuestra vida sobre el poder transformador de Jesucristo, actuando, hablando, caminando, vistiendo, mirar bien los lugares que visitamos, la musica que escuchamos. Aunque nada de esto es pecado, pero muestra que en nuestra vida ha habido un cambio.
Si hacemos igual que ellos, de qué cambio le vamos a hablar a una persona que se supone que está dentro de tu círculo, igual que tú, es una persona honrada, trabajadora, decente, buena y de buena vibra y que igual que tú asiste a una iglesia los Domingo o se conecta por internet a su culto devocional.
Si ellos no ven que hacemos diferente las cosas tan sencillas como las citadas, ellos, no van a ver diferencia y no se van a convencer de que necesitan ser transformados, no se van a arrepentir del pecado original que traemos en nuestra naturaleza caída y no se van a convertir.
Pon esto en tu resolución sin dejar de hablar de Cristo a la entrada de un supermercado, en el lugar de trabajo, en reuniones familiares.
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